Si anteriormente, en post previos, veíamos el futuro prometedor de las nuevas tecnologías y el IoT en un sector como el nuestro, no debemos olvidar que ninguna revolución es fácil de llevar a cabo. Los grandes cambios siempre han requerido de paciencia y sobre todo de formación para ser aceptados por todos los agentes involucrados. Es en este punto de la expansión donde nos encontramos con ciertos obstáculos que están ralentizando la implantación global de soluciones tan eficientes y rentables como las que estamos tratando.
La economía mundial mejoró, pero se registraron numerosos acontecimientos negativos; catástrofes como tormentas e inundaciones afectaron a diversas poblaciones. Los avances en educación fueron insuficientes a pesar del masivo desarrollo de la digitalización. A pesar de ello, la pobreza extrema continúa disminuyendo y la calidad de vida aumenta gracias a la innovación y a la tecnología.
Resulta paradójico que teniendo que reducir las emisiones de amoniaco para evitar el calentamiento global, la urea de terceros países esté sustituyendo a los nitratos amónicos europeos, fertilizantes más eficaces, eficientes y con menor huella de carbono.
Muchos son los avances y los esfuerzos tecnológicos que se han realizado enfocados al área de la agricultura de precisión y muchas las soluciones de las que hoy disponen empresas y agricultores para sacar el máximo partido de una explotación. Sin embargo ahora se abre un mundo de nuevas posibilidades para el sector. Ha surgido la oportunidad de conectar todas estas soluciones a internet. La aparición de nuevos sensores y actuadores y el abaratamiento del acceso a nuevas tecnologías están favoreciendo que se dote todos estos dispositivos y herramientas con la capacidad de conexión a la red.