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Consejos para jardín y huerto

¿Tienes dudas sobre el mantenimiento de tu jardín? Te damos consejos de una forma clara, concisa y ordenada para que te centres en lo importante: disfrutar de este apasionante hobby.

Huerta

Sigue estas recomendaciones para sacar el máximo partido a tu terreno cultivado.

Creación de un huerto

Lo primero de todo para, poder crear un huerto es disponer de espacio suficiente en nuestro jardín y, sobre todo, ganas y tiempo de poder dedicarse. Un huerto supone mucha más vigilancia continua respecto a un jardín si queremos conseguir una buena calidad y cantidad en la cosecha.

  • Nunca en espacios húmedos o con tendencia a encharcarse, puesto que son el lugar preferido de las plagas y se destruiría toda la cosecha.
  • No hay que olvidarse de disponer de un espacio para guardar los útiles de trabajo y los elementos de decoración y utilización. También es muy conveniente prever una zona donde almacenar la tierra, el estiércol y los restos de cosechas antes de eliminarlos o compostarlos.

En nuestro jardín podemos encontrar diferentes tipos de tierra (consulta el apartado «la tierra» en Jardín y Césped). Todos estos tipos de suelo pueden mejorarse mediante la incorporación de los diferentes sustratos de los que dispone Fertiberia Jardín: Plantación, Sustratos Plantas Flor, Enmienda Orgánica, Huerto Urbano, Recebo Césped, Acidófilas o el nuevo SUSTRATO UNIVERSAL PROFESIONAL.

La materia orgánica, cualquiera que sea la forma en que se incorpore al suelo, aumenta la capacidad de retención del agua de los suelos arenosos, facilita el drenaje en suelos pesados, reduce la alcalinidad excesiva de los suelos calcáreos y, en general, favorece al enraizamiento de las plantas.

Una vez seleccionado el lugar donde queremos crear el huerto, podemos empezar. Deberemos preparar el terreno antes de la plantación.

  • Para que no resulte un trabajo duro, es importante emplear una buena herramienta (por ejemplo, una pala) cuya lámina se mantenga constantemente limpia y no levantar trozos de tierra excesivamente grandes.
  • Lo más conveniente es tomárselo con tiempo: cavar un poco cada día o también el fin de semana. Así poco a poco iremos removiendo una gran superficie de tierra.

Una vez tengamos el terreno preparado, empezaremos a cavar con una pala unos 30-50 cm de profundidad. Es conveniente trazar un corte tan ancho y profundo como la lámina de la pala, a lo largo de la parcela, colocando la tierra extraída en un montículo a un lado. Aquí podemos nivelar el terreno según nuestras necesidades e intereses, dándole el perfil que deseamos.

Iremos trasladando la tierra extraída de cada zanja del huerto a la siguiente, es decir, hay que mover la tierra de una a otra zanja de la parcela. De esta manera, en la primera zanja de la parcela colocaremos la tierra sacada de la última, en la segunda zanja de la parcela colocaremos la tierra sacada de la primera, y así sucesivamente.

Durante la labor de cava, se entierran algunas malas hierbas que debemos eliminar sus raíces de manera cuidadosa, ya que sino no pararán de multiplicarse y extenderse a partir de sus fragmentos de sus órganos subterráneos.

Nota – En caso que el huerto no produzca lo esperado o simplemente no nos convenza siempre podremos reconvertirlo nuevamente en jardín.

El cultivo de huerto y la rotación

Teniendo ya el terreno preparado, el cultivo de la mayoría de hortalizas es fácil. Lo complicado es la elección de las hortalizas ya que lo difícil (al disponer de una gama muy extensa en el mercado) es realizar una elección de una variedad adecuada que se adapte a las condiciones del terreno. No hay ningún jardín que reúna las condiciones ideales para cultivar todas las especies de la huerta, por lo que debemos seleccionar especies adaptadas a nuestra zona (climatología, suelos, etc.).

  • Antes de comenzar a sembrar, debemos cerciorarnos que la tierra está lo suficientemente húmeda para poder cultivar.
  • Debemos sembrar cada cultivo a la profundidad que requiere, ya que por enterrarlas demasiado profundas, pueden no germinar.

La rapidez de la germinación depende en gran parte de las condiciones climáticas y de la hortaliza considerada. No es fácil saber el tiempo en que se producirá la cosecha y, por lo tanto, el momento exacto de la recolección ya que el rendimiento y la precocidad varían mucho según el suelo y el tiempo.

La rotación consiste en ir alternando cultivos de hortalizas diferentes en una misma superficie, ya que una hortaliza cultivada permanentemente en el mismo sitio agota el suelo. Además, porque tiene más riesgos de parásitos y plagas. La rotación de cultivos permite tener cosechas en épocas diferentes, y evita la proliferación de las malas hierbas.

Las malas hierbas tienen crecimiento rápido, compitiendo con nuestras plantas por el agua y los nutrientes del suelo. Por ello, es importante el prevenir el desarrollo de las malas hierbas y destruirlas lo antes posible.

El riego y el drenaje

El riego es una parte muy importante de la huerta, pues ayuda a mantener vivas a las hortalizas y se mantienen tiernas mientras no les falte agua. A través de las raíces absorben una cantidad importante de agua que contiene elementos nutritivos.

La intensidad de la transpiración va en función de la luz, la temperatura, la humedad atmosférica y el efecto de desecación del viento. Si la transpiración excede a la absorción, las hojas de las plantas empiezan a marchitarse, con el fin de reducir la transpiración, y se disminuye la velocidad de crecimiento.

La mayoría de propiedades vecinas no permiten la evacuación de las aguas y, por ello, la mayoría de los jardines no tienen establecido un sistema de saneamiento mediante fosas y drenajes.

  • El medio más eficaz para solucionarlo consiste en elevar el nivel de las parcelas. El agua circula bajo tierra hacia los senderos, que la conducen hacia el césped o zonas próximas. También se puede aportar arena gruesa que mejoran la estructura y contribuyen a su saneamiento.

Sistemas de riego

En el comercio podemos encontrar una amplia variedad de materiales para riego. Se puede elegir, por ejemplo, instalaciones de riego automático o semiautomático, riego localizado o riego por aspersión oscilante, entre otros. También nos encontramos con los métodos tradicionales como son la regadera y la manguera. 

  • El riego realizado con la manguera desde una cierta altura produce gotas muy grandes que arrastran tierra e incluso semillas. Es conveniente dejar la boca de riego sobre el suelo de esta manera el agua se extiende poco en superficie, pero penetra profundamente y es aprovechada mejor por las plantas. Se deberá ir moviendo la manguera para conseguir regar toda la parcela.
  • La mejor forma de aportar agua a las hortalizas consiste en colocar sobre la parcela mangueras de polietileno negro, con goteros cada 15 a 45 centímetros. Las mangueras se desenrollan a lo largo de las plantas y junto a la base de los tallos. Es suficiente alimentarlos con agua a muy baja presión para que ésta se reparta a lo largo de todas las mangueras desde donde va saliendo al exterior. Así se consigue que el agua penetre lenta y profundamente en el suelo sin degradar la estructura.

Los fertilizantes pueden añadirse al agua de riego y efectuarse las dos operaciones a la vez; para ello, se deben utilizar abonos solubles como Fertiberia Jardín «Huerta y Jardín», ya que de no ser solubles, las partes insolubles obstruyen los orificios.

 

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